Cuando creíamos, en los 90, que Internet había llegado para revolucionar nuestras vidas sin vuelta atrás, no estábamos muy desencaminados. El entorno digital no ha dejado de sorprendernos desde entonces reinventándose década tras década hasta la conocida Web 3.0. ¿Te suena? Te contamos cómo hemos llegado hasta aquí, qué es la Web 3.0. y todo lo que deberías saber sobre ella.
La Web 3.0 está en desarrollo, pero ya hemos empezado a dar pasos que nos indican cuál será el camino: descentralización (los gigantes tecnológicos ya no tendrán el dominio de la Red); data e Inteligencia Artificial para mejorar la experiencia de usuario (con contenidos y publicidad más relevante y una navegación más eficiente); y más seguridad.
Nuestra primera experiencia con la World Wide Web, también conocida como la web primitiva o estática, no tiene nada que ver con el espacio online que conocemos ahora. Una de las características principales de la Web 1.0. era su unidireccionalidad y concepción estática. El contenido compartido no buscaba la interacción, sino que se plasmaba en páginas con una intención principalmente divulgativa.
En aquel momento, eran pocos los usuarios que tenían la capacidad de crear contenido y compartirlo.
Con el paso de los años, la evolución de las conexiones a Internet y su democratización propició otorgar otra dimensión a la web, convirtiéndola en la web social o 2.0. a principios de los 2000. Otros aspectos de la web como el diseño, la posibilidad de interacción y la experiencia de usuario comenzaron a cobrar importancia.
Gracias a ello, foros, blogs, chats y finalmente las redes sociales se hicieron protagonistas de esta nueva etapa.
La oportunidad para los usuarios de abandonar su papel de meros consumidores de contenido para pasar a tener la capacidad de crearlo abrió un mundo nuevo para internautas y marcas.
El avance tecnológico no ha dejado de trabajar en la creación de herramientas para permitir al usuario hacer, deshacer, rehacer y compartir, sin límite de tiempo ni de espacio.
En definitiva, hemos pasado de una concepción de Internet como un gran repositorio de información a consultar, a un espacio de comunicación bidireccional en el que cualquiera tiene voz.
Como todos sabemos y hemos podido experimentar, la evolución tecnológica es algo que no tiene freno. Tanto es así, que la Web 2.0. que nacía hace menos de dos décadas, ya comienza a abrir paso a la nueva Web 3.0., también conocida como web semántica.
La nueva era de Internet viene marcada por la aplicación de la Inteligencia Artificial, el Big Data y la personalización, que en conjunto ponen a cada usuario en el centro de su experiencia online. Por otro lado, la interacción que nos permitía la Web 2.0. se verá elevada a su máxima potencia gracias a la integración de todas estas tecnologías, del Internet de las cosas y del blockchain (tranquilos, este término lo comentaremos más adelante).
Semántica web: comenzamos por lo que da nombre a esta etapa incipiente. El análisis del contenido web pasa a ir un paso más allá, dejando a un lado la mera sintaxis y contemplando un sentido más amplio como la semántica. Es decir, por decirlo de un modo sencillo, los algoritmos pasarán de aplicar única y exclusivamente la lógica en sus “lecturas”, a contemplar también el significado, emociones relacionadas con el lenguaje y contexto. Vamos, ¡como un humano más!
Inteligencia Artificial: ¿Cómo es posible el punto anterior? Pues precisamente gracias a la Inteligencia Artificial, que permite agilizar el análisis de datos, tener en cuenta el significado intencional de las palabras y alcanzar un alto nivel de personalización en la experiencia de usuario. Podemos hablar de una versión mejorada de los actuales algoritmos convirtiendo la navegación en más relevante.
Descentralizada: donde antes contábamos con servidores y repositorios centralizados que englobaban “toda nuestra vida”, ahora damos la bienvenida a la tecnología blockchain. ¿En qué consiste? Blockchain se basa en la transmisión de bloques de datos (cada transacción de un producto físico o un intangible conforma un bloque) que están conectados al anterior y al posterior bloque, lo que justifica su descentralización. Ese bloque de datos puede contener información como quién es el propietario, qué se vende en la transacción, o información más específica de un producto (como la trazabilidad en el caso de los alimentos).
Experiencia inmersiva: parece que el 2D se venía quedando corto y la evolución a una navegación 3D llamaba a la puerta. Esto se materializa gracias a la implementación de entornos de Realidad Aumentada o Virtual, como el famoso Metaverso, en el que podemos recorrer la web “físicamente” con nuestro avatar propio. Un mundo nuevo de oportunidades de negocio.
Seguridad: muy ligado a la descentralización motivada por la tecnología blockchain, se incrementa exponencialmente la seguridad de los entornos digitales, haciendo mucho más fiables, y rastreables las transacciones económicas y la gestión de datos personales. ¿Se acabará el negocio de las cookies?
Una vez que conocemos las características de la nueva Web 3.0. que está por llegar, el siguiente paso es saber cómo las empresas pueden encontrar oportunidades de negocio en ella. Conoce las 3 claves para sacarle el mayor partido posible:
Menos censura y restricciones: el hecho de que deje de estar centralizada trae consigo una mayor libertad tanto para usuarios como para empresas y creadores de contenido debido a la dificultad que implica ejercer un control exhaustivo con un modelo descentralizado.
Seguridad y menos fallos: la tecnología blockchain ya mencionada proporcionará mayor fiabilidad a los usuarios en cuanto a uso de datos y transacciones monetarias. Este nuevo entorno digital conduce a la transparencia por parte de las empresas, lo que debería enfocarse como una oportunidad para potenciar su RSC, tan valorada por el consumidor actual. Se suma a ello el hecho de que la descentralización reduzca a su mínima expresión los fallos de conexión o interrupciones, al no depender de un único servidor.
Personalización: la web semántica convertirá la navegación en una experiencia mucho más adaptada a las preferencias individuales, lo que permite afinar los anuncios mostrados y, en consecuencia, aumentar el ratio de conversión de las marcas, que segmentarán mejor sus públicos.
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